sábado, 26 de octubre de 2013

¿POR QUÉ HABLAMOS TAN MAL?


Hace unos 30 años, en 1981, después de mucho tiempo de programarlo, pudimos hacer un viaje a Europa y, para lograrlo, fueron muchos los trámites de toda índole, comenzando con que mi jefe me otorgara unos días de más de las vacaciones, días que yo insistí en que fueran sin goce de sueldo.
Contratamos una excursión que resultó ser de primera calidad y que comenzaba el recorrido el 31 de enero, desde Madrid, en lo más crudo del invierno.
Solamente por pura casualidad, el tiempo nos acompañó durante un mes y medio, al resultar el invierno más templado de los últimos 25 años. El plan del viaje era de visitar tres días Madrid y viajar a Barcelona para pasar dos días en esa hermosa ciudad.
Pudimos conocer el Museo Naval, ubicado frente al mar, en el centro del Puerto; recorrimos varios lugares, contemplando la construcción de la fantástica iglesia de Dalí, como así también el Barrio Latino, donde está la antigua Catedral gótica.
Ya habiendo terminado el recorrido, con amplias explicaciones de un guía especializado, en el momento de salir a la calle, se largó una lluvia terrible, de manera que todo el mundo se refugió bajo techo.
Fue en ese momento que yo le pregunté a un señor que estaba a mi lado: 
“¿Usted es de AQUÍ?”
Su respuesta fue instantánea, y lo hizo a su vez con otra pregunta: 
“¿Tú eres argentino?”
Y la verdad es que tenía razón, porque para nosotros AQUÍ y ACÁ, son sinónimos, cuando en realidad no lo son.
AQUÍ es en este lugar, y lógicamente que él no podía ser de la catedral.
Él era de ACÁ, de Barcelona.
Esta experiencia me sirvió para tratar de mejorar la exactitud en el uso de las palabras.

Ejemplos de esta experiencia:

Descubrí que utilizamos mal la palabra FUTURO a la cual anteponemos el artículo “EL”, en lugar de “LO”, como corresponde. Por ejemplo, no decimos: “Si se se viaja a Europa, EL bueno, es saber inglés”, sino que decimos: “LO bueno es saber inglés”. De la misma forma, se debe decir: “Por ahora, LO futuro es incierto”. 

También expresamos “A PROPÓSITO” significando adrede, cuando lo correcto es “DE PROPÓSITO”. En el primer caso se debería indicar cuál es el propósito. Por ejemplo, debemos decir: “Me empujaste A propósito de que que me cayera”, o bien: “Me he caído porque me empujaste DE propósito”.

Yo estoy acuerdo en que el uso va modificando el idioma, pero no debería abusarse yendo en contra de las leyes gramaticales.

1 comentario:

  1. HOLA HENRY
    TOTALMENTE DE ACUERDO EN QUE MUCHAS VECES USAMOS MAL LOS TÉRMINOS Y SIN QUERER VAMOS DEFORMANDO EL IDIOMA, SALUDOS DIANA

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